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16 oct 2017

Nacionalismo catalán

 Por: Alberto Ramos Garbiras.  
La polarización de la sociedad catalana después del primero de octubre ha aumentado y el porcentaje de personas que según los sondeos de opinión, se inclinan por la independencia, ha aumentado hasta el 55%, cuando en el año 2010 era del 20% y en el 2014 del 40 %, solamente . Una situación convulsa con un despertar del nacionalismo por las agresiones, golpes y ultrajes múltiples sufridos por los ciudadanos que solo querían votar y proteger las urnas que  la policía nacional decidió sacar  de las escuelas para impedir la votación.

La declaración de independencia que realizó el martes 10 el Presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, apoyado en los casi 2.5000.000 de votantes en el referéndum, y la consiguiente suspensión de la medida, para abrir el diálogo con el centro del poder español, creó más expectativas e inquietudes por las consecuencias que puedan sobrevenir ante una ruptura definitiva(y los efectos financieros internos y el relacionamiento con la Unidad Europea) ; o el aparecimiento de un renovado modelo autonómico con otro encaje constitucional para no fracturar la unidad española.

Este proceso de reclamación tendiente a fortalecer la gobernanza catalana y suprimir inequidades presupuestales (la economía catalana es igual a la portuguesa), se ha ido impregnando de un mayor nacionalismo y brotes de populismo agitacional y discursivo, dando lugar al brote de un movimiento social independentista  con pujanza propia, aparte de los impulsos institucionales dados por la dirigencia de la  Generalitat y por los partidos  que la apoyan (CUP, PDCAT y Esquerra Republicana).


Nacionalismo y autodeterminación son dos componentes válidos para cualquier nación que pretenda autodeterminarse, tienen derecho a organizarse y acudir a la desobediencia civil ante el quiebre del orden jurídico español erosionado por la corrupción y las tropelías. Trescientos años de absorción desde 1714 con la toma militar que realizó Felipe V; o la judicialización de un osado gobernante como Compayns que en 1934  declaró la independencia, luego encarcelado y después fusilado por el régimen franquista. Más 40 años de dominación del falangismo practicado por Francisco Franco. Y máxime si históricamente los catalanes han sentido el sometimiento y el desdén de los sucesivos gobiernos centrales. En este momento se vive en España una situación caldeada. Se trata de una pugna entre soberanías como elemento constitutivo del Estado. La soberanía popular regional catalana que la nación ejerce a través de sus delegados elegidos desde la Generalitat porque consideran injusto el trato dado desde Madrid, apuntalada por la soberanía popular directa de la gente que asistió a votar; contra la soberanía que esgrime el Presídete del Gobierno central Mariano Rajoy ,apoyado en la normativa constitucional y el reclamo de la Unión de un reino republicano con democracia parlamentaria ,en medio de la pluralidad de naciones que coexisten en el territorio ibérico. Pero deslegitimado por la corrupción comprobada y la adscripción a un Estado monárquico  que ya la gente no respeta por lo inoficioso de la figura medioeval anclada en el siglo XXI sin que hubiesen consultado los últimos dos reyes Borbones en un referéndum, si la gente quiere continuar con una institución que ya no cumple funciones gubernamentales y que emergió nuevamente del brazo de una dictadura.