Buscar este blog

3 jul 2017

“María” y la religión

El siglo XIX que le correspondió vivir a Isaacs fue un siglo donde el peso de la religión católica era total sobre la sociedad y el Estado, producto del catolicismo inyectado durante más  de 240 años de vida colonial, ello incidió en la conducta de todos los pobladores, y en pleno siglo XXI sigue incidiendo. En los años de escritura de la novela Jorge Isaacs aún estaba imbuido por sus creencias religiosas, se movía entre sus bases y raíces del judaísmo y el paso al cristianismo que había dado su padre para lograr casarse. Luego con su ingreso al liberalismo radical y después de ser cónsul en Chile, al identificarse con una educación laica, rompería con toda esa influencia para asumir la postura anticlerical.

El padre de Jorge Isaacs, un judío/inglés /jamaiquino, renunció o abjuró del judaísmo para casarse con Manuela Ferrer, descendiente de catalanes, se inscribió en el catolicismo. Formó a su hijo bajo los lineamientos de la biblia y los preceptos religiosos, pero evaluando la conducta del novelista se concluye que no fue un practicante a pie juntillas, tampoco ateo, pero después de los 40 años, por su escepticismo, convertido en francmasón y anticlerical, puede considerársele: arreligioso.

Isaacs desde joven, sin proponérselo, estuvo entrampado por la conflictividad de la época que le tocó vivir e instrumentalizado en las guerras civiles del siglo XIX. A los 17 años fue reclutado por los conservadores para participar en la guerra civil de 1854 contra José María Melo; en  1860 teniendo 22 años también fue conscripto para la guerra civil, en el bando de Mariano Ospina Rodríguez, otra vez al servicio del partido conservador; se inscribió en el partido liberal radical en 1869, y en 1877  a los 40 años, en medio del divisionismo le tocó nuevamente tomar las armas; en 1879 siendo Representante a la Cámara votó en contra del trámite legislativo para recuperar bienes de la iglesia(que pretendían algunos parlamentarios para “resarcir” las pérdidas de la política de desamortización de manos muertas que adelantó Tomás Cipriano de Mosquera.

 Isaacs en 1880 a los 43 años lideró una revuelta en Antioquia en el contexto del reflujo que 17 años después de iniciarse el período de gobiernos del Olimpo Radical que, propició la reforma constitucional de Rionegro en 1863 (gobiernos federales soberanos), y se desenvolvían las confrontaciones. Esta revuelta convirtió a Jorge Isaacs en Presidente del Estado soberano de Antioquía durante dos meses; venció a Pedro Restrepo Uribe, quien había sucedido en el mando a Tomás Rengifo (en reemplazo de Julián Trujillo, Presidente nacional). Isaacs y los liberales caucanos no confiaban en los liberales eclécticos antioqueños que eran de tendencia nuñista, pues Rafael Núñez ya estaba dando los  pasos para coaligarse con un amplio sector conservador hacia la formación del Partido Nacional que, a la postre organizan la reforma que dio pie a La Regeneración y la toma del poder para volver al centralismo como orden territorial nacional y retornarle a la iglesia católica todos los privilegios en el Concordato firmado con la Santa Sede.

 Isaacs quería evitar el desmoronamiento de la Colombia federalista y progresista edificada en la Constitución de 1863 con 9 estados soberanos y 93 artículos que, contemplaba dentro de las bases de la unión, la organización conforme a los principios de un gobierno popular, electivo, representativo , alternativo y responsable; la no enajenación a potencia extranjera parte alguna del territorio; ratificó la no existencia de la esclavitud; no decretar la pena de muerte, la libertad absoluta de imprenta y de circulación de los impresos; la supresión de los privilegios ni imponer obligaciones especiales; la inviolabilidad del domicilio ni de los escritos privados; la profesión libre, pública y privada de cualquier religión, para los gastos de los cultos religiosos establecidos no podrá imponerse contribuciones. Todo culto se sostendrá con lo que los respectivos religionarios suministren voluntariamente. El derecho de gentes se incorporó a la legislación nacional para que sus disposiciones rigieran en caso de guerra civil, en consecuencia podría ponérsele término a esta por medio de tratados entre los beligerantes, quienes deberían respetar las prácticas humanitarias de las naciones cristianas y civilizadas. Isaacs se opuso a que Pedro Restrepo Uribe hiciera eco a consignas para adelantar unas acciones administrativas encaminadas a desmontar el Estado laico y privilegiar al clero.

La obra es dolorosa, alude a la enfermedad de ella y a la muerte sobreviniente, prematura. Podríamos dar una explicación, se trata del doble duelo con el que fue escrita. Isaacs perdió a su padre en 1861 y había perdido a su amada adolescente; escribió la novela después de estos dos hechos luctuosos que se reflejan en los diferentes pasajes de la escritura. La obra además de permitirle exponer su destreza narrativa y su inclinación de escritor, seguramente también le sirvió de catarsis para terminar de elaborar el duelo.

También había perdido las propiedades de su progenitor, en oscuras circunstancias despojaron al padre de las haciendas dizque por ebrio y ludópata había apostado sus propiedades jugando en exceso a la baraja española. Los pleitos judiciales llevaron al remate de sus propiedades en confusos hechos. Entonces, Isaacs Ya no tenía la hacienda donde gira la historia contada en partes apoyado en la realidad y otras imaginadas o cambiadas, en estas circunstancias se aplica a recordar todos los parajes. Y los aspectos religiosos que tiene la novela reflejan su aún militancia católica.

Los elementos religiosos tienen aparición en la novela durante diferentes momentos; en diálogos, cuadros, rosarios, relicarios, el santoral de la casa, referencias indirectas, el oratorio, alusiones, prácticas y costumbres, rezos antes o después de las comidas, descripciones de conductas, como encomendarse a la virgen y otras actitudes.

Por: Alberto Ramos Garbiras.