Durante la investigación que adelanté para escribir el
libro titulado “Terrorismo Internacional y nuevo Orden mundial”, publicado por
la Universidad Libre, Seccional Cali, en el año 2010, me propuse entre otros
aspectos tratar de clasificar las formas de terrorismo, definí y expliqué
sucintamente cada una de ellas y encontré estas modalidades: Terrorismo de
izquierda, el terrorismo de derecha, terrorismo internacional, el terrorismo
nacional, terrorismo doméstico, terrorismo suicida, terrorismo religioso, terrorismo
mafioso o narcoterrorismo, terrorismo no convencional, terrorismo cibernético o
virtual, el hiperterrorismo o megaterrorismo, el bioterrorismo, terrorismo
ecológico, terrorismo mediático, terrorismo aéreo, el terror Estatal o Terror de Estado, terrorismo
nuclear, terrorismo lunático, el terrorismo paramilitar, y el terrorismo
islámico. Con este listado visualizamos hoy un terrorismo proteiforme. Por la
coyuntura voy solo a detenerme en lo que se puede llamar terrorismo lunático,
ante lo sucedido en Orlando (Florida).
El terrorismo proteiforme surge de las muchas maneras
de enfrentar a las autoridades en diferentes países. Hoy ser terrorista no
significa ser izquierdista ni nacionalista. El terrorismo como forma de ataque
y defensa, como método para lograr algo, lo han adoptado grupos de izquierda,
derecha, mafiosos, nazistas, organizaciones criminales, paramilitares y hasta
individuos que por su propia cuenta masacran estudiantes universitarios o
espectadores en una sala de cine.
El Terrorismo lunático, es una forma de terrorismo
independiente y es una variable del terrorismo doméstico. El ejecutor no
pertenece a ningún grupo o a una célula de milicianos, y si se encontrare que
está afiliado a un grupo terrorista, la acción que lleva a cabo no fue planeada
por ese ente. Los actores de estos actos obran aisladamente, están convencidos
de su propósito. Encajan más en ideologías de ultraderecha, tienen problemas de
personalidad, son bipolares, o están desideologizados. Creen que van a
solucionar o a corregir lo que para ellos funciona mal. Es un terrorismo
lunático porque ralla en la demencia. Se trata de propósitos violentos
concebidos por locos descarriados sin proyecto político, ni encajan
completamente en las reivindicaciones sociales planteadas por grupos rebeldes y
subversivos, ni terroristas identificados. El terrorismo lunático se puede
confundir con el terrorismo doméstico y por ello hay que tratar de
diferenciarlos.
El terrorismo doméstico a su vez tiene diferencias con
el terrorismo nacional, o sea, aquél que ejecuta una organización guerrillera o
un grupo meramente terrorista. El terrorismo doméstico se presenta dentro del
mismo país, no requieren sus autores ayuda externa ni conexiones
internacionales para realizar el atentado, aunque tengan vínculos externos o su
origen de inmigrantes y afectos nacionalistas o religiosos u origen racial los
impulsen a cometer los hechos sangrientos. Las motivaciones pueden ser
personales o eventualmente actuar por la pertenencia a un grupo que intenta ideologizar.
El perfil del protagonista de un atentado
terrorista doméstico parece ser el del fanático que cree contribuir a la
motivación con la cual se ha identificado, causa política que otros si portan,
llevan y militan. El fanático aislado se convierte en terrorista y se
autoconvence que con ello ayudará a impulsar la causa que los otros enarbolan y
practican con disciplina.
En noruega Andrers Breivik, pese a ser un neonazi obró
por su propia iniciativa, como xenófobo y convencido de su anti pluralismo
cultural, no acepta la diversidad étnica. Es un nacionalista que no quisiera
ver extranjeros tercermundistas en su país compartiendo las calles en Noruega,
un xenófobo extremista, también islamófobo, por su militancia cristiana atacó
solo fijándose un objetivo: el partido laborista socialdemócrata. Dos ataques
seguidos contra el mismo partido político que gobierna y tolera a los
extranjeros. Actuó con premeditación y sin colaboradores. Se trata de un
Neonazi que en solitario pretendió “depurar” lo que él considera debe
corregirse por el partido que gobierna. El noruego Breivik asesino de los
muchachos militantes del partido socialdemócrata es una muestra de fanático
aislado, actuó por xenofobia y rabia por las políticas de aceptación de ayuda a
los extranjeros que el partido político de las víctimas ha practicado. Su comportamiento encaja en el terrorismo
doméstico y tiene ribetes de terrorismo lunático. La diferencia está en su
claridad ideológica porque actuó como un derechista extremo.
También para las autoridades policiales se puede
considerar un acto de terrorismo doméstico el asesinato de 20 niños en
Connecticut, el protagonista actuó de manera aislada respecto a cualquier grupo
u organización, un demente imbuido por los videojuegos, afectado por alguna
alteración bipolar. Pero tiene rasgos de terrorismo lunático. Lo que nos indica
que hoy también puede aparecer como terrorista hasta un loco sin principios ni
ideología como el demente que irrumpió en una sala de cine durante el estreno
de una película sobre Batman, disfrazado de su contendor, el Guazón, un
terrorista que pone en jaque a la ciudad, y este a la sala del multiplex.
De otro lado, al parecer los hermanos Tsarnaev que
activaron los explosivos con rudimentarias ollas a presión en Bostón no
pertenecían a un grupo terrorista específico, ni actuaron en red. Los indicios
los relacionan con un sector islamista de Daguestán, influido por Al Qaeda y la
revista virtual Inspire. Podrían ser células durmientes o en formación de un
grupo islámico, pero la tipología del acto fue de terrorismo doméstico, ya
estaban nacionalizados y gozaban de los mismos derechos de residentes
norteamericanos. Este si fue un acto solo perfilable como terrorismo doméstico.
La masacre demencial ocurrida en Orlando (Florida/
Estados Unidos), a mediados de junio 2016, al abordar el caso se dio una
dificultad inicial para clasificarlo dentro de las modalidades que reviste el
terrorismo, tanto para los investigadores gubernamentales, los periodistas, las
autoridades policivas y los académicos. Después de confrontar los testimonios
de sobrevivientes, de parientes del ejecutor, recaudar la trazabilidad de
algunos actos, los mensajes y frases del mismo protagonista, en este caso Omar
Mateen; los antecedentes, actividades y el comportamiento, se puede concluir
que actuó en solitario; es decir no estaba vinculado a ninguna red terrorista o
célula por no haber sido reclutado o adoctrinado directamente para ser
militante clandestino. Actuó y se transformó el lobo solitario para realizar un
acto de terrorismo lunático.
Su origen nacional, Afgano(aunque nació en EEUU), su
pertenencia a una religión, la inclinación ideológica, su estilo de vida, la
conexión con las redes sociales donde expresó ciertas ideas, el uso intenso del
internet para nutrirse de toda la información sobre los actos de ISIS o el
Califato Islámico; la supuesta homofobia que expresó aunque la frecuencia al
sitio lo coloca en duda pues no era propiamente para planear el acto
violento(con una sola inspección habría sido suficiente), y la convicción
general que tenía sobre la historia de
vejámenes que ha sufrido Afganistán, lo
fueron llevando a la decisión demencial de masacrar, por una venganza
extralimitada, a un gran número de personas para encontrar notoriedad así fuera
post morten.
Las palabras que pronunció sobre su admiración por el
grupo terrorista ISIS no lo hacen miembro del Califato Islámico. Su atracción
por el grupo debió ser producto de la identificación con muchas de sus acciones
por las reclamaciones que enarbolan, pero la misma confusión que tenía Omar
Mateen sobre la funcionalidad de ISIS y de otros grupos terroristas y los
propósitos políticos, desvanecen una ideologización o adoctrinamiento de que
haya sido objeto para pertenecer a un grupo específico. Los contactos
saltuarios de Mateen con islamistas no lo adscribieron nunca formalmente a una
organización terrorista, pero si lo acercaron luego a la admiración por el
Estado Islámico vía virtual. Acudió al
terrorismo para ejecutar su acto final y descargar toda la rabia, las fobias, y
frustraciones que portaba.
De por sí, o de suyo, el terrorismo se desenvuelve de
manera clandestina y actúa con células de adherentes, no como milicias o bandas
por el riego que corren de ser desmantelados. Las acciones de dos comandos se
utilizan desde hace mucho tiempo. La teorización de Musab Al-Suri que plantea
mejor actuar individualmente es un llamado a la intrepidez y eficacia para
evitar dilaciones y delaciones, pero esto es aplicable a miembros de grupos
terroristas que van a actuar solos. La radiografía del lobo solitario (Lone Wolve)
es distinta porque estos no son regularmente o necesariamente miembros de una
estructura terrorista; el lobo solitario puede ser y han sido de derecha o de
izquierda, o sin ideología, fanáticos religiosos, homófobos, xenófobos o
desquiciados personales, o bipolares que resuelven desahogar todas sus
frustraciones.
Y por qué es difícil detectar a un lobo solitario
adoctrinado? , porque no se comunica con miembros de ninguna célula, por lo
tanto no deja rastros o huellas. Más difícil es identificar a un Lone Wolve
indoctrinado, por una razón: este es un lunático que no tiene ni organización y
muchas veces ni ideología. Entonces se fabrica solo, construye su propio
accionar a medida que aumenta su fanatismo, convicción de lo que odia o su desquiciamiento,
y termina como terrorista lunático para inmolarse, pero primero ejecutando a
quienes representan el entramado de su odio: regularmente son crímenes de odio.
: contra negros, latinos, judíos, gitanos, etc.
Al lobo solitario no se le puede detener por sospechas
(pocas veces lo hacen los organismos de inteligencia), porque no ha
materializado ni concretado ningún acto. Sucede lo mismo con el planeador de un
delito común, solo el delito está en su mente: la premeditación. Los penalistas
lo califican así cuando ni siquiera llega a la tentativa del hecho, por
ejemplo, un homicidio. Pensar en matar no es nada visible, es subjetivo. Pero
es la semilla del iter criminis. Con los terroristas solitarios pasa lo mismo.
Y ocurre algo más difícil con los no ideologizados, ni siquiera son terroristas
cuando conciben el delito. Cuando
cometen o perpetran el crimen colectivo resulta ser un acto terrorista,
por la magnitud de la matanza, pero ellos solo querían ejecutar algo notorio,
no volverse terroristas.
Sobre la información recogida acerca de las
actividades de Omar Mateen y las dudas que puedan surgir sobre las entradas a
la Discoteca Pulse, es evidente e irrefutable que el acto terrorista perpetrado
fue un acto homofóbico, así se le trate ahora de señalar como un Gay
vergonzante, o un bisexual dubitativo. Esas ambivalencias no le restan a la
también evidente influencia virtual que
ISIS ejerció sobre él, sin reclutarlo. Entonces aquí está la complejidad del
asunto sobre una conducta inexpugnable: pero el acto final fue el de un lobo
solitario que llevó a cabo una acción calificable de terrorismo lunático. La
“homofobia” de Mateen aceleró la xenofobia de la población más conservadora
porque no deja de ser un extranjero afgano, aunque hubiera nacido en Nueva
York. Y una xenofobia que Donald Trump no vacila en extender contra todos los
musulmanes.
ISIS o el Estado Islámico no desconoció la declaración
de Mateen, porque encontró sin conocerlo a un adherente que se impregnó de sus
mensajes expandidos en la red virtual global. Y porque mató a homosexuales
occidentales, doble característica como objetivos militares de exterminio ya
que la consigna de ISIS es atacar a los impíos (todos los que no son seguidores
de Alá, y a los homosexuales los tienen como felones de la Fé de suyo, y
sodomitas que según ellos merecen la pena de muerte, por la interpretación
wahabista del Corán.
La irracionalidad de estas acciones se dan como
influencia de la mezcla de información global incontrolada, por el efecto de la
situación caótica de desorden mundial, de las guerras encendidas en varias
partes del planeta que en suma esa información trastorna algunas mentes, por la
fácil difusión de las ideologías radicales, por el fanatismo sobredimensionado
de pastores, predicadores, islamistas y vociferadores de todas las religiones;
por la distorsión propiciada por los medios de comunicación sesgados; por la
xenofobia propalada ante la oleada de refugiados desamparados, por la homofobia
e intolerancia contra una minoría que reclaman igualdad en un imposible
histórico; por la falta de respeto a los derechos humanos en el mundo ante el
desorden mundial de las relaciones internacionales, y la poca justicia penal
internacional, impracticada. Todos estos son insumos que puedan afectar a una
persona perturbada para inclinarse a un acto final fatal.
Por| Alberto Ramos Garbiras: Abogado con especialización en Derecho
Constitucional de la Universidad Libre
Seccional Cali; Magíster en Ciencia Política Universidad Javeriana, PhD,
Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED-
España); profesor de la cátedra “Derecho Internacional” en la Universidad Libre. Autor del libro:
“Terrorismo internacional y nuevo orden mundial” ISBN 978-958-8630-11-3 .