Texto de Alberto Ramos Garbiras (*)
La
guerra de independencia (1810/1819) nos permitió construir constitucionalmente
nuestro propio Estado en 1821, preconcebido en el proyecto de la Constitución
de Angostura y su discurso sustentatorio (1819), con el fin de tener
instituciones moldeables de acuerdo con los cambios posteriores y legislar
nuestro propio derecho para regirnos.
Luego,
prosiguió la campaña libertadora y la guerra hacia Ecuador y el Perú.
Las
fuentes principales del derecho colombiano fueron la guerra y el
constitucionalismo que, influyó para la formación del Estado.
Continuamos
en guerra hasta 1824 cuando se liberó el entorno geográfico hasta el Perú,
expulsando a los invasores españoles.
Pero
los conflictos armados internos prosiguieron con guerras regionales intestinas,
en 1829 para la desintegración de la Gran Colombia, más las guerras civiles y
revueltas locales en el siglo XIX; las dos guerras del Siglo XX, más las micro
guerras o conflictos armados dispersos, y todas las violencias en el recorrido
del XXI.
La
reflexión después de leer el libro “Hacia la Independencia: Derechos,
multitudes y revolución”, de Ricardo Sánchez (PhD en historia), es : Por qué
siempre reaparecen ciclos de violencia como forma de resolver disputas
políticas, administrativas y económicas, comprobándose que el derecho vigente
para hacerlo no funciona, ni partiendo de las reformas constitucionales como
pactos entre combatientes o entre dirigentes y representantes delegados del
pueblo, ni las reformas estructurales y modificaciones esenciales para el funcionamiento
del Estado, ninguna forma o fórmulas jurídicas han parado las espirales de
violencia .
Los
españoles alteraron el mundo precolombino.
Vapulearon
y aculturaron a la mayoría de las comunidades agrarias; unas etnias dispersas y
otras articuladas en formas más avanzadas como los Mayas, los Aztecas, los
Chibchas y los Incas. Los desestructuraron gradualmente imponiéndoles un
feudalismo trasplantado y la servidumbre con peonazgo indígena.
Al
extinguirlos, aminorarlos y reducirlos, los españoles para encontrar mano se
obran sustituta empezaron la cacería de población africana, revivieron el
esclavismo que era un modo de producción superado desde la caída del imperio
romano; traficaron con africanos (igualmente los ingleses y portugueses lo
hicieron también), e implantaron el esclavismo en América superponiéndolo o
imbricándolo de manera combinada con el feudalismo, de esa manera las técnicas
agrícolas también fueron híbridas.
El
comercio marítimo precapitalista en su fase originaria fue la otra parte de un
modo de producción superpuesto, o sea, tres modos de producción confluyeron
para aplicarlos y dominarnos de manera promiscua y sin un desarrollo
planificado.
El
libro titulado “Hacia la Independencia: Derechos, multitudes y revolución”, un
estudio riguroso, la nueva obra de un historiador y consagrado escritor, ha
logrado concebir esta extraordinaria visión de la independencia.
Esos
momentos históricos le dan contexto y fuerza a la unidad temática.
Hace
mención esta obra a los antecedentes determinantes de nuestra empresa
libertadora, de cómo todos estos hechos que destaca aquí fueron conduciendo
hacia la independencia, los capítulos del libro logran explicarlo.
Investigación
bien concebida porque en otros trabajos similares, la dispersión es notoria, o
solo hacen menciones aleatorias y hacen citas sin profundizar.
El
autor al iniciar la presentación nos plantea una reflexión respecto a la
dualidad que pueda darse en el manejo de los conceptos de guerra de
independencia y de revolución.
La
categoría de guerra de independencia, dentro de las clasificaciones de la guerra,
se explica porque se trata de buscar el corte o la ruptura con la dominación
extranjera que sostiene su poder por la ocupación y opresión permanente de un
territorio abusivamente incorporado.
Mientras
la revolución es un proceso de enfrentamiento interno en un país donde se
enfrentan el ejercito institucional y la guerrilla encarnando la insurrección;
un levantamiento en armas para desconocer los abusos del derecho, la
extralimitación de la autoridad y las injusticias acumuladas.
Este
choque entre un ejército regular-formalizado y sostenido por todos los
contribuyentes, contra un ejército irregular, busca cambiar el Estado de
Derecho y las condiciones económicas de un país.
Para
llegar a ello se han agotado los intentos de reforma y las maneras de reclamación.
El
producto es un nuevo Estado resultado de la guerra.
Pero
todo se hace internamente. Más sin embrago, en el caso de la guerra de
independencia, un proceso largo, un choque de intereses con ánimo de cambio
total, y de necesaria expulsión de los invasores formalizados con el tiempo
imponiendo el derecho externo amoldándolo al territorio dominado, podemos ver
en nuestra independencia, al mismo tiempo, los rasgos de una verdadera
revolución por el cambio de sistema y la continuidad de la vida bajo otros
ropajes, dentro del mismo territorio, pero sin la coyunda externa.
Dentro
del discurso de Angostura, Simón Bolívar, trazó las líneas que deberían
seguirse para la redacción de la Constitución, la primera: se necesitaba un
Estado Centralizado para evitar las desarticulaciones del federalismo y las
debilidades ante el enemigo externo.
Ante
la fatal experiencia federalista con los gobiernos de las provincias en el
periodo posterior al grito de independencia (1810-1815), sus juntas
tripartitas, sus luchas armadas intestinas y sus constituciones
pre/republicanas, habiéndose perdido un tiempo vital para lograr la
independencia real aprovechando que el Rey Fernando VII estaba preso por
Napoleón y los españoles ocupados enfrentando a los soldados franceses, la
etapa conocida como Patria Boba; se expusieron, se debilitaron y sobrevino la
reconquista y el exterminio; se dividieron entre republicanos y monarquistas,
entre federalistas y centralistas, marcados unos como autonomistas y otros como
independentistas, se enfrascaron en discusiones bizantinas y perdieron el
tiempo.
Entre
los antecedentes más cercanos a la guerra de independencia, los hechos y
eventos que influyeron para crear el clima propicio para el levantamiento
popular, se pueden mencionar, el movimiento de los comuneros; la traducción y
difusión de los derechos del hombre; la invasión de Napoleón a España, el
apresamiento del Rey y la subsiguiente guerra de liberación que facilitó
nuestros gritos de independencia, actas y juntas de separación; la expedición
de la Constitución de Cádiz; la experiencia adversa de las provincias federales
que desgastaron a patriotas, mestizos, criollos y a las multitudes que se
confrontaron, porque la represión posterior de Pablo Morillo y los españoles
que vieron a retomar el poder, sirvió para una mejor organización de cara a las
batallas definitivas; la expedición de un constitucionalismo pre republicano
como ensayo para la construcción jurídica del Estado.
Las
conclusiones del libro conforman un opúsculo dentro del libro, o un ensayo
adicional a la investigación porque en ellas, el autor teoriza sobre cada uno
de los aspectos trascendentales que influyeron para llegar a la independencia,
y facilita la comprensión de la obra.
Teoriza
con frases envolventes el asunto de la esclavitud, de la influencia comunera
como antecedente emancipador, sobre la Constitución de Cádiz, destaca que fue
redactada en medio de la ocupación napoleónica y de una guerra de independencia
que acometieron los invasores de América (en ese momento los invasores fueron
invadidos por los franceses), se vieron ocupados, estando el Rey preso, así los
liberales afrancesados redactaron una carta monárquico-constitucional para
reformar el Estado y dar un paso hacia la república, etc.
Sobre
la influencia de la Constitución de Cádiz, el nuevo libro de Ricardo Sánchez,
basándose en las investigaciones de Carlos Marx sobre el tema, y otras fuentes,
afirma que la técnica de Marx fue el análisis de los contextos internacionales
y los ciclos debidamente periodizados de los procesos nacionales.
Y
asegura sin tapujos que la Constitución es una expresión del campo de lucha
porque allí se debatió lo que estaba pasando ante la ocupación francesa, la
necesaria reforma y modernización del Estado monárquico para darle los tintes
constitucionales con los límites al poder, los reyes habían capitulado y los
pueblos de la España decimonónica se levantaron en insurrecciones y juntas de
apoyo.
Con
la Constitución de Bayona, Napoleón trasladó e injertó lo que había hecho en
Francia.
Napoleón
suprimió privilegios de la iglesia, llevó el ateísmo francés.
Y
las costumbres y leyes antiguas españolas, las combatió con conceptos
racionales.
La
Constitución de Cádiz si influyó sobre nuestra independencia, al principio de
manera indirecta y colateral, después repercutió de manera directa y gradual o
dosificada.
Explico
esta dual o bifurcada afirmación.
Primero
de manera indirecta y colateral porque al ser expedida en 1812 no alcanzó a
influir sobre nuestro primer constitucionalismo pre republicano con carácter
provincial en ese confuso primer período de la independencia (1810 / 1816),
donde se expidieron las constituciones de Cundinamarca, Tunja, Antioquia,
Cartagena, Popayán y otras dos.
Este
fue un constitucionalismo derivado con otras raíces: la francesa, la
norteamericana, la inglesa, la haitiana.
Periodo
lleno de confrontaciones entre criollos/patriotas e independentistas,
autonomistas y realistas que, se trenzaron en disputas conformando las
Provincias Unidas de la Nueva Granada, desde la base de gritos, juntas y actas
de independencia, sin vencer al ejército realista, pero concibiendo un orden
territorial que los desgastó en la concepción del centralismo y el federalismo,
permitiendo sin quererlo la retoma del poder español con la mal llamada
reconquista del “pacificador” Pablo Morillo.
Hay
que resaltar que la Constitución de Cádiz en ese período alcanzó a repercutir
porque plantea los fundamentos de una nueva España.
Y
aunque trató de conservar el dominio sobre las colonias españolas, le colocó
límites al Rey introduciendo el constitucionalismo monárquico, o sea otro tipo
de Estado con barreras para limitar el poder absoluto.
Otro
tipo de Estado impregnado con las libertades francesas de la Declaración de los
Derechos del Hombre y de los lineamientos de las primeras constituciones
francesas, las de 1791, 1793 y 1795.
El
mismo Rey Fernando VII dijo, con irritación y molestia que, la Constitución de
Cádiz era una copia de la constitución francesa de 1791.
Y
luego esa Constitución de Cádiz repercutió de manera gradual y dosificada
porque sirvió como base para el alegato de la rebelión de Riego.
El
general Rafael Del Riego, a quien se le ordenó una segunda reconquista del Virreinato,
con pacificación (exterminio), se negó a viajar en esas condiciones del mandato
monárquico absoluto, y expuso ante el Rey que debería restablecer la vigencia
de la Constitución de Cádiz y cumplir con sus preceptos sobre los derechos
humanos, es decir lo conminó a cambiar la conducta y el estilo de la conducción
de la dominación sobre las colonias.
La
Constitución de Cádiz fue un intento para que las instituciones monásticas y
feudales se flexibilizaran, para dar pábulo a un mejor sistema de
administración, para soltar amarras con instituciones feudales sin desmontar
hasta ese momento.
Marx
afirmó que la Constitución de Cádiz fue fruto de las ideas liberales del siglo
XVIII, y las oscuras tradiciones de la teocracia.
Ricardo
Sánchez, citando a Cacciatore y Scocozza, sobre la importancia de la Carta de
Jamaica, resalta la dimensión continental que le dio Bolívar a la guerra de
independencia.
La
Carta de Jamaica contiene reflexiones acerca de una teoría sobre la
emancipación colonial.
Hizo
aportes a la teoría de la ilustración.
Esa
Carta fue un ejercicio de puro liberalismo aplicado: resistencia a la opresión,
bases del nacionalismo, acceso a los cargos públicos, defensa de los derechos
naturales dados por Dios y la naturaleza, y el quiebre al principio de adhesión
porque las arbitrariedades excesivas llevaban a la desobediencia.
Veamos
como Haití contribuyó y fue esencial su aporte para avanzar hacia la
independencia.
La
temprana acción desde la isla para buscar la liberación desde 1791 sirvió de
faro y ejemplo para los procesos independentistas que se registraron en la zona
del caribe y en Hispanoamérica, en general; la gesta libertadora, su enjundia
en las batallas, la formación de un ejército guerrillero, la reforma agraria
coetánea para asociarse en la producción agraria, y la Constitución de 1804; lo
admirable fue que los haitianos lo hicieron y pudieron lograrlo en pleno
ascenso de Napoleón como miembro del Consulado.
Simón
Bolívar, se había trasladado a Jamaica para buscar ayuda económica, militar y
logística ante la debacle que significó el sitio, asedio y toma de Cartagena
con la llegada de Pablo Morillo, y la desarticulación de las fuerzas para
contenerlo, con gran preocupación impetró la ayuda de varios ingleses
residenciados en la isla, buscó a Henry Kiullen, Richar Wellesley, Maxwell
Hyslop, entre otros; ya había recibido la negativa de dos padres fundadores de
Norteamérica, Jhon Adams y Madison; la idea de Bolívar era entonces, lograr
salir del aislamiento que tenían en el Virreynato de la Nueva Granada, y
concibió que el mejor aliado podría ser Inglaterra.
Prácticamente
les ofrecía los intercambios comerciales que pudieran darse si lograba edificar
un Estado independiente, que le ayudaran con armas y hombres y, él les abriría
el comercio.
La
propuesta comenzó a cuajarse.
Los
fragmentos de la carta a Kiullen los convirtió en ides rectores, en tips para
adelantar acciones políticas.
Alexandre
Petion en enero de 1816 le aportó una ingente y valiosa ayuda: 6.000 rifles,
armas, municiones, transporte naval y apoyo moral.
Le
entregó luego 15.000 libras de pólvora, de plomo, una imprenta, y 8 goletas.
La
mezcla de razas, el sincretismo producido por las relaciones sexuales
multiplicadas durante la colonia (1560/ 1819), doscientos sesenta y nueve años,
de contactos sexuales entre españoles con nativos de las variadas etnias, con
los africanos y sus clanes trasplantados a la brava, produjeron mulatos,
cuarterones, pardos, mestizos, zambos, etc., que a su vez se multiplicaron en
variados cruces, las escalas sociales variaron y los intereses de cada grupo se
dispersaron; así al llegar el momento de la independencia desde todos los
ángulos hubo aportes, de peones y campesinos mestizos, criollos, e indígenas
cholos, calpamulatos, coyotes, genízaros, jarochos, tresalbos, jíbaros,
albarazados, cámbulos…Esta multiplicidad de etnias, grupos y niveles sociales
fue la que dificulto la conformación de la nación, asunto que los dirigentes,
juristas y pensadores criollos que acompañaban a Simón Bolívar, resolvieron en
Angostura en diciembre de 1819 con la teoría del Uti posidetis jure para determinar
la configuración de la nación.
El
asunto de la esclavitud que sufrieron los sometidos por el nulo reconocimiento
de los derechos naturales (aún no se habían difundido los derechos humanos), e
inclusive ante la tardanza e incumplimiento para empezar la manumisión,
enunciada por Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, y burlada en la
Constitución de Cúcuta de 1821(con la Ley de vientres o el parto), treinta años
después los terratenientes van a impulsar una guerra civil al lado de la
iglesia y el partido conservador.
Este
es un pasaje muy nefasto de nuestra historia porque ya ad-portas de obtener la
libertad, se van a presentar mascaradas como la ley de partos, o la normativa
que se permitirían importaciones de personas solo para el servicio doméstico,
boquete que dejó la ley de 1821.
Aquí
constatamos que no es conveniente la doble función de un Congreso constituyente
y al mismo tiempo obrar como Congreso ordinario, expidiendo leyes, falencia que
se presentó en el Congreso de Cúcuta.
(*)
Abogado egresado de la Universidad Santiago de Cali (USC);
especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; magister en
ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Política latinoamericana,
Universidad Nacional (UNED) de Madrid España.
Ha sido Profesor de las cátedras: derecho
internacional, Ciencia política y derechos humanos, Universidad Libre (Seccional
Cali)