Consolidación del Estado y primeras deformaciones.
Texto de Alberto Ramos Garbiras (*)
La primer Constitución autónoma que tuvo
Colombia como territorio liberado y compuesto de 4 países (vistos desde hoy:
Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá), fue la Constitución de Cúcuta; ya el
territorio estaba liberado en gran parte por las batallas de Boyacá (agosto
1819) y paralelamente la de Carabobo (junio de 1821), este año 2021 se
conmemoran los 200 años de su expedición. Estuvo precedida esta Constitución
del Congreso de Angostura donde se expidió la Ley fundamental que le dio vida a
esta unión territorial, antes Virreinato dependiente de España. Dentro del
discurso de Angostura, Bolívar, trazó las líneas que deberían seguirse para la
redacción de la Constitución, la primera: se necesitaba un Estado Centralizado
para evitar las desarticulaciones del federalismo y las debilidades ante el
enemigo externo. Faltaba liberar a Ecuador y al Perú para evitar la
reconquista, para no repetir lo que hizo Pablo Morillo con 12.000 hombres
cuando liberaron al Rey mofletudo. Se obstinó en este propósito, para evitar que
los españoles retomaran el poder si regresaban desde esos dos territorios. Los
congresistas ratificaron su elección como presidente y pidió permiso para
continuar la guerra hacia el sur, encargando a Francisco de Paula Santander,
del mando ejecutivo.
Ricardo Sánchez Ángel, en un reciente artículo
sobre la continuidad y la ruptura, nos dice que, “El Congreso de
Angostura, en el artículo octavo de la Ley Fundamental, dispuso que se reuniera
en la Villa del Rosario de Cúcuta el Congreso General de Colombia, convocado
por el presidente de la República, que era Simón Bolívar… Así las cosas, la
fuente (de la reunión de 1821), está en la decisión de 1819, en que el Congreso
mandató la nueva reunión y la decisión de los gobernantes, con el enorme
prestigio y poder del presidente-libertador. Era la voluntad de la continuidad
constitucional. Lo que había sido aprobado en Angostura de
reunir en una sola república las provincias de Venezuela y de la Nueva Granada
va a ser ratificado en la Villa, con las advertencias imperativas sobre la
gravedad que significaría mantenerse separadas en vez de aprovechar todas las
ventajas comparativas de la unidad”. (Sánchez, 2021)
Bolívar vivió un año muy agitado en 1821,
pensando que Guayaquil se podía perder como puerto vital, que Ecuador estaba en
los límites del nuevo Estado, pero había que liberarlo; estaba además
preparando la batalla desarrollada luego en Carabobo que, permitió el triunfo
sobre el ejército español, y redondeaba la victoria de Boyacá. El libertador
había concebido desde Angostura que era necesaria una asamblea Constituyente
para formalizar la consolidación jurídica del nuevo Estado. Había permanecido
en Bogotá para preparan la Asamblea Constituyente e instalarla, todo
cambió porque la decisión de Urdaneta y los líderes en Maracaibo, en enero 28,
al independizarse como localidad, ello rompía el armisticio de Santa Ana
que llevaba 5 meses de firmado, en el fondo era una tregua para darse tiempo,
reabastecerse y planear la logística destinada a liberar Venezuela, mientras
tanto había buscado diplomáticamente que reconocieran la independencia lograda
con el éxito de Boyacá, que Morillo cambiara de actitud, y también el mismo Rey
Fernando VII. Gerhard Masur, expresó, “Esperaba convertir el armisticio en
paz, y designó delegados para continuar las negociaciones en Madrid”. Si,
era una estrategia, pero “la calma aparente” estaba funcionando; Bolívar sabía
que ellos también estaban agotados, que la rebelión de Riego y Quiroga(al
inicio de 1820), para que volviera a funcionar la Constitución de Cádiz imponía
un freno al envío de tropas desde España, las circunstancias le eran favorables
momentáneamente; pero el levantamiento armado de Maracaibo había alertado a los
españoles y acelerado el enfrentamiento, nuevamente.
Su tiempo y urgencias se concentraron en la
inminente contienda. No pudo asistir a los debates de la Villa del Rosario de
Cúcuta y defender la clase de Estado imaginado, su sueño de construir en el
marco Constitucional lo que anunció en el proyecto de Angostura, y es sus
documentos más elaborados como la Carta de Jamaica, le tocó por el fragor de la
guerra desatender los debates, pero las directrices estaban dadas, dejó
encargado a los señores Roscio y luego Anzuola, lamentablemente fallecieron en
el primer tramo de las sesiones. Para la batalla de Carabobo integró a 6.500
combatientes, entre ellos 350 ingleses; atacó acompañado de los lanceros de
Páez, el batallón de Apure, el batallón Cazadores y el batallón Tiradores: la
táctica inicial se hizo atacando por dos flancos, los españoles esperaban un
encuentro frontal, Bolívar les cambio la clase de combate, el ejército Patriota
los hizo retirar y se logró la victoria con mil bajas del ejército invasor.
Luego hizo aplacar los focos de resistencia del ejército Realista en Coro,
Maracaibo, Cumaná, Puerto Cabello y Santa Marta.
Los constituyentes se reunieron desde mayo 6 de
1821 y la batalla de Carabobo se realizó el 24 de junio, Bolívar no pudo estar
en la instalación ni en los debates que se dieron, cuando volvió a enterarse de
la temática y de todo lo que habían cambiado respecto a las bases
constitucionales que él dejó en la reunión de Angostura 1819; leyendo las ACTAS
publicadas por Restrepo Piedrahita, uno se percata de los cambios.
Afortunadamente se mantuvo la propuesta de estructura centralista del Estado
contra la presión de federalistas integrantes del Congreso. No le otorgaron la
libertad a los esclavos que el anunció en la Carta de Jamaica(1815), que
había prometido al presidente Alexander Petion(1816) al recibir la inmensa
ayuda para regresar a enfrentar al demoledor Morillo, que también había
anunciado en el discurso de Angostura (1819), solo aprobaron la libertad de vientres; tampoco,
“sus ideas constitucionales sobre el poder moral, el senado hereditario, no
convencieron, Bolívar lo vio como una reforma elitista impuesta por unos pocos
a la mayoría que, no se había consultado debidamente, y que dejaba sin resolver
cuestiones relativas a la identidad nacional “.(Lynch, 2008). Otra biógrafa,
Gilette Saurat, escribió que los congresistas, sordos a las advertencias de
Bolívar, inspirados por una ideología mal asimilada, sin querer darse cuenta de
las diferencias existentes entre su propio pasado colonial y el de los Estados
Unidos se limitaron a una imitación servil de lo que el Libertador en Angostura
había llamado el Código de Washington.
Esto se
explica porque la mayoría de los congresistas eran criollos, se colaron o
lograron representación los nuevos terratenientes que entrabaron las reformas
apropiadas para edificar un Estado pluriétnico a fin de reconocer a los
sectores sociales que combatieron y venían del sojuzgamiento colonial. Bolívar
en una de esas cartas dirigida a Santander los llamó señorones que no conocen
más allá de Bogotá; legisladores más ignorantes que malos; eruditos que podrán
ser expulsados de la República como Platón arrojó a los poetas; y resaltó las
diatribas con esta frase: “Ni Usted ni yo veremos cuando seamos viejos, la
sincera armonía que debe existir en la gran familia de un Estado”.
A Simón Bolívar no le gustaron muchas cosas que
hicieron algunos de los 57 delegatarios de 19 provincias libres, así lo deja
entrever en la correspondencia que sostuvo con el General Santander, documentos
que se pueden consultar en el epistolario. De otro lado, Indalecio Lévano, cita dos de esos párrafos
en su biografía sobre Simón Bolívar. Y John Lynch, expone claramente ese
malestar por la forma dada a los colegios electorales. El sufragio estaba
restringido a los varones que supieran leer y escribir y que contaran con
bienes raíces.
Gerhard
Masur, investigador alemán explica la inconformidad así: En general la rama
legislativa era omnipotente, según la Constitución de Cúcuta, en tanto que el
poder ejecutivo tenía pocas facultades efectivas. Se otorgaban al presidente
poderes extraordinarios solo en caso de guerra o de rebelión interna. En una
frase del discurso de Bolívar, pronunciado al aceptar en Cúcuta el 6 de octubre
la Presidencia de la Gran Colombia, deja entrever su molestia y lanza la
invectiva contra los malformadores del proyecto constitucional redactado para
el Congreso de Angostura, les dijo: “Marcharé a las extremidades de Colombia a
romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a convidarlos con Colombia,
después de hacerlos libres(…)Esta espada no puede servir de nada el día de paz,
y este debe ser el último de mi poder, porque así lo he jurado para mí, porque
lo he prometido a Colombia, y porque no puede haber República donde el
pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades”.
Un análisis detallado de las facultades
entregadas a la rama legislativa podría darnos la luz para ver una especie de golpe
de estado disfrazado con facultades excesivas al congreso sobre el
Presidente, ya no de control político sino de codirección del Estado, a la
manera de un híbrido o injerto del sistema parlamentario. Todos sabían que el
proseguiría combatiendo a los españoles, pero
el artículo 117 le “ata las manos” para la campaña del Sur al exigir que
para dirigir las fuerzas de tierra y mar, necesita el previo acuerdo y consentimiento
del Congreso; otra muestra de este amarre es el artículo 121, se estipuló
previo acuerdo y consentimiento del Senado para nombrar toda especie de
ministros y agentes diplomáticos y los oficiales militares desde coronel hacia
arriba. “Solo seis años permanece vigente la Constitución, porque en 1827
las dos cámaras reunidas en Congreso deciden su reforma y la convocatoria de la
Convención de Ocaña. De allí en adelante el enfrentamiento de los grupos
políticos conduce, en primer lugar, al fracaso de la Convención de Ocaña, y,
luego a la disolución de la Gran Colombia, los decretos orgánicos de la
Dictadura y la abolición definitiva de su vigencia”. (De la Espriella, 1999).
Venía de triunfar en Venezuela donde los
caudillos regionales presionaban por obtener cargos regionales y acceso a la
propiedad de las tierras recuperadas, en las memorias de O-Leary se
percibe este
ambiente que creció, hasta fortalecer la figura del general Páez, de Bermúdez y
de Mariño. Estos caudillos militares y agrarios se quedaron con el poder
administrando el triunfo. Mientras Bolívar se dirigía a Cúcuta para enterarse
de primera mano sobre las Actas, de lo discutido y aprobado por los
constituyentes que tramitaron la confección de esa Constitución. El 7 de
septiembre lo ratificaron como presidente, el 22 llegó a Cúcuta y se posesionó
como presidente ratificado el 3 de octubre de 1821; expresó su renuencia para
asumir el poder ejecutivo, le insistieron como lo describe Lynch, aceptó con la
observación de que se ausentaría para continuar las batallas del sur (Bombona,
Junín, Pichincha, Ayacucho…), a fin de liberar todo el territorio hasta Perú,
postulando tres candidatos a la Vicepresidencia: Nariño, Urdaneta y Santander.
La Gran Colombia como Estado nació de la guerra de independencia y siguió en
guerra para poder disponer del territorio como parte del Estado, pero sin
invasores adentro, todo concebido como un proyecto continental de independencia
y de extensión del Estado hasta los límites del primer virreinato al que
pertenecimos desde 1542. Francisco de
Paula Santander no entendió la grandeza de ese proyecto, de allí la actitud
cicatera para reunirle tropas y recaudar los dineros destinados a esa gesta.
Masur, el mejor biógrafo, en mi opinión,
sintetizó el resultado de esta elaboración constitucional así: “La
Constitución de Cúcuta no era lo que Bolívar había esperado para Colombia. No
obstante, implicaba una mejora en comparación con los planes que los
revolucionarios habían hecho a comienzos de la guerra. Nadie podía esperar que
un grupo de hombres sin experiencia jurídica y poco conocimiento de las
cuestiones políticas o administrativas realizase una obra perfecta. Empero,
Bolívar vio solo los puntos débiles, aunque evitó cuidadosamente hablar de
ellos en público. Una Constitución imperfecta era mejor que nada. Con todo,
confesó su desencanto a sus amigos”. (Masur, 1984).
La responsabilidad y visión del proyecto total
independentista que, tenía Bolívar, lo hizo atender los asuntos pendientes de
la guerra para poder construir el Estado, no pudo concurrir a las sesiones del
Congreso de Cúcuta, siendo él el Presidente escogido desde diciembre de 1819 en
Angostura para todo el Estado grande allí proyectado, pero pensó que su
elaboración constitucional redactada ese año, con la experiencia que le había
brindado el primer constitucionalismo pe-republicano en Venezuela (1811 y 1813)
y los estudios derivados de las primeras constituciones francesas (1791, 1793 y
1795), las federalistas norteamericanas (1787),
con la influencia de la de Cádiz (1812), la Haitiana (1805) y el bill of rigths
inglés (1689), eran suficiente base teórico -constitucional que respetarían los
neófitos .
De todas maneras ante la realidad vivida ese
duro año 1821 y la responsabilidad militar que asumió Simón Bolívar, el
producto final del congreso constituyente era la edificación de un Estado
republicano que reemplazaba las instituciones borbónicas coloniales y era el
nacimiento de una república con unas primeras deformaciones, como anticipo de
los saboteos jurídicos que siempre ha tenido nuestra historia constitucional
cada vez que se hace una reforma para avanzar y modernizar el Estado, resultan
injertos deformativos que conllevan los intereses de grupos empotrados en los
instersticios del poder, o de agentes agazapados detrás de las figuras
principales. “En vez de los grandes departamentos de Venezuela, Nueva
Granada y Ecuador, se crearon provincias menores. Se eliminaron los cargos de
vicepresidentes regionales y en su lugar se designaron intendentes. Venezuela
fue dividida en tres provincias y Nueva Granada en cuatro. Fue sin duda un paso
adelante hacia la idea de la gran República colombiana”. (Masur, 1984).
Ernesto Rey Cantor, doctorado en la Universidad
Complutense de Madrid, acaba de redactar un interesante ensayo, donde expresa
que, Los Constituyentes
liberales, apoyados por la masonería norteamericana y francesa y con la
participación de destacados prelados católicos, aprobaron esta Constitución
impregnada de los principios masónicos. Y citando a Pérez Escobar,
agrega que, Simón Bolívar tuvo una formación contractualista y
enciclopedista fundamentada en Locke, Montesquieu y Rousseau, y masónica
orientada a la revolución, bajo los principios de libertad, igualdad y
fraternidad, gracias a su maestro Simón Rodríguez. Por ello, y entre otras
razones, la Constitución de Cúcuta no contiene disposiciones relativas a la
religión católica. Por su formación, Bolívar
era partidario del catálogo de derechos y libertades fundamentales”. (Rey Cantor, 2021)
(*) Magíster en
Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Política Latinoamericana,
Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); ha sido profesor de las
cátedras: derecho internacional y derecho ambiental, en la Universidad Libre y
la Universidad Santiago de Cali (USC). Profesor de la cátedra: derechos humanos.
Bibliografía.
De
La Espriella Ramiro. “Las ideas políticas del
Libertador”.
Libro publicado por la
editorial Grijalbo Ltda., preparación de Multiletras Editores, Bogotá, 1999.
Liévano
Aguirre Indalecio. “Bolívar
“. Libro de la editorial
Oveja Negra Ltda., impresores ediciones Lerner Ltda. Bogotá, edición de marzo
1987.
Lynch
John. “Simón Bolívar”. Libro
publicado por la editorial Crítica S.L, de Barcelona, 2008
Masur
Gerhard. “Simón Bolívar”.
Libro publicado por el círculo
de lectores. Traducción de Pedro Martín de la Cámara. Edición no abreviada.
Bogotá, 1984.
Rey
Cantor Ernesto. “La constitución de la
República de Colombia de 1821 y la formación del Estado nacional”. Universidad
Libre, documento dirigido al evento de Cúcuta conmemorando los 200 años.
Bogotá, de la expedición septiembre de 2021.
Sánchez
Ángel Ricardo. “La constitución de la
República de Colombia. Entre la continuidad y la ruptura”.
Ponencia presentada en el Congreso de Historia
Conmemorativo en Villa del Rosario, Norte de Santander. 26, 27, 28, 29 y 30 de
agosto de 2021.
Saurat Gilette. “Bolívar el Libertador”. Libro publicado por la editorial Oveja Negra
Ltda. Serie protagonistas. Bogotá, año 1987.