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30 jul 2021

Haití, vacío de poder y colapso del Estado


Texto de  Alberto Ramos Garbiras
(*)

Haití fue asolado por los españoles desde 1492, hubo un exterminio de las comunidades indígenas Galibi y los Arawaks provenientes del Orinoco, en los primeros 40 años de la Conquista; igual que a los Tainos de la hoy república dominicana. Haití fue el primer país en lograr la independencia, de lo que hoy conocemos como América latina, lo hicieron en 1804 y contra Napoleón cuando estaba en el apogeo de su poder sobre Europa, el primer gobernante, Jean Jacques Dessalines. Haití fue solidario en 1816 con Simón Bolívar, acorralado por Pablo Morillo quien pretendió asesinarlo en Jamaica, cuando estaba tramitando finanzas con los ingleses. El presidente Alexander Petion, en Haití, le proporcionó naves, armas y dinero para emprender la segunda fase de la guerra de independencia. Luego en 1825 los franceses ejercerán un bloqueo naval y exigirán un desembolso impagable durante muchos años que llevaron a la quiebra a esa parte de la isla, Hasta que el presidente -sacerdote Jean Bertrand Aristide solicitó una indemnización, que fue tortuosa y llena de pleitos.

    Haití es un Estado fallido (failed state), o Estado fracasado por la opresión de tres potencias extranjeras a lo largo de su historia y por la falta de cooperación del multilateralismo internacional. Un Estado se considera fallido cuando el país no puede controlar el monopolio de la fuerza, no hay estabilidad estatal ni gobernabilidad, no se tiene ante la población legitimidad y se ha perdido la eficacia para gobernar, incapacidad para manejar la seguridad interna, ya no se puede proveer bienestar a la comunidad, se vuelve ese Estado un riesgo para los países vecinos, han desaparecido o difuminado los controles, y el Estado ya no pude manejar los servicios públicos ni administrar los bienes públicos.

    Todas estas características convergen en el caso de Haití. “Desde su origen, el concepto de Estado fallido ha sido utilizado para señalar a aquellos Gobiernos que han perdido la capacidad de controlar y brindar los bienes públicos necesarios a su población, así como su capacidad de asegurar la seguridad interna y territorial. La categorización se ha determinado en función de los intereses de aquellos Estados con mayor incidencia en la esfera internacional. Bajo estas premisas, algunos de los aspectos que definen al concepto pueden ser abordados desde la perspectiva clásica y crítica de la Geopolítica. Mediante la primera, se puede analizar cómo las funciones del Estado y el territorio son elementos constitutivos del análisis de la falla estatal. Así, tal perspectiva se relaciona, por ejemplo, con el enfoque tradicional con el que se ha abordado el fenómeno de los Estados fallidos”. (Mancero y Múnera, 2018)

     El asesinato del presidente Jovenel Moïse en Haití, el 7 de julio de 2021, fue el culmen de la intrincada situación que vive ese país y le tocó sortear al mandatario acribillado. Desde el año 2016 cuando ganó las elecciones, fue denunciado por fraude electoral y no pudo gobernar hasta el año siguiente después de repetir los comicios que continuaron bajo el manto de la duda. Toda la problemática acumulada lo enredó y entrampó. Recibió el respaldo del anterior presidente, Michel Martelly (2011- 2015), y del partido político ultraderechista PHTK(Parti Haitian Tet Kale),conformado por un grupo de Duvalieristas, crónicamente enganchados con turbios procedimientos de contratación en relación con el Estado.

    Moïse, de origen humilde (hijo de una costurera y un agricultor), ascendió vinculándose al sector bananero y obtuvo el nombramiento de director ejecutivo de la Cámara de Comercio; fundó su propia empresa de exportación agrícola, y fue cooptado por Martelly como un outsider, que proponía zonas francas de exportación, pero el proyecto de Martelly era gobernar en cuerpo ajeno y por ello lo enzarzó en toda la trama de sus desaguisados durante el quinquenio anterior. Desde un comienzo fue atenazado por los tentáculos de la oligarquía haitiana que se apoderaron del sector bancario y de los servicios públicos (con la energía han montado grandes negociados).

   La inestabilidad de su gobierno era abismal, durante los casi 5 años de gobierno el Señor Moïse tuvo 8 primeros ministros, en un régimen semipresencial esto es de mala presentación, desdice de la buena marcha del gobierno. Dos días antes de su asesinato designó al señor Ariel Henri quien era el ministro de defensa, y durante los primeros días de vacío de poder no lo dejó posesionar el Sr Claude Joseph quien adoptó medidas erráticas como solicitar intervención extranjera que ha sido tan nociva en la historia de Haití declaró es esta de sitio que no ha operado porque nueve bandas armadas controlan los barrios y la fuerza pública ha sido incapaz, o mejor ha cedido  el orden público para que estas bandas repriman a los inconformes que desde 2018 se alzaron contra el desgobierno reinante. O sea, el quiebre institucional se debe a la corrupción detectada por la población (descreimiento respecto a la clase política), a la voracidad de los grupos oligárquicos de poder, a la rapacidad de los dirigentes políticos que han saqueado el Estado desde 1991; los campesinos son víctimas de varias violencias y sufren el éxodo, son desplazados, y encontrándose en las ciudades son cooptados como mano de obra criminal, otros parten para República Dominicana, Brasil, Chile u otros países. Desde Cedras al derrocar a Jean Bertrand Aristide, sin contar los 29 años de los Duvalier que vaciaron el país; las elecciones han estado marcadas por el fraude; el desempleo raya en el 70%, el país tiene casi 12 millones de habitantes; padece una alta inflación del 25% anual y 6 de cada 10  personas son pobres, o sea 6.3 millones. Dos carencias desesperan con intensidad a los pobladores: el hambre y la inasistencia en salud.

    La presencia de extranjeros aprovechándose de los recursos naturales  ha sido continua: Los españoles, los franceses, los norteamericanos y los organismos multilaterales so pretexto de buscar la estabilización han estado allí. “De modo que Haití es un producto histórico de esa cadena de dramas y vorágines. En 2004 incluso revestida como intervención “humanitaria”, las NNUU crearon la MINUSTAH, que llegó a Haití y tampoco sirvió para la estabilidad gubernamental (l…) El asesinato del presidente Jovenel Moïse en Haití, ocurrido el pasado 7 de julio (2021), nuevamente se une a los episodios del escándalo, entre miseria social e inestabilidad política, que caracteriza a una república sin paz ni desarrollo. Tampoco se trata del primer episodio y la BBC recordaba, al respecto, en un interesante artículo, el magnicidio de Vilbrun Guillaume Sam, ocurrido en 1915, que derivó en la intervención con los marines norteamericanos y que duró 19 años. Lo que alarma en la actualidad es que la muerte de Moïse sea obra de un comando mercenario, integrado en su mayor parte por colombianos contratados por varias compañías. Un hecho inquietante para América Latina, región en la cual las luchas políticas parecen “internacionalizarse” por todos los medios”. (Paz y Cepeda, 2021)

      Respecto a la participación de exmilitares colombianos en el crimen contra el presidente Jovenel Moise, se ha comentado suficientemente en diferentes análisis. como lo escribí desde el año 2009 para el periódico El País de Cali, en el contexto de la globalización y de la ocupación militar de unos Estados a otros Estados indefensos pero poseedores de riquezas naturales, ha crecido la privatización de la guerra, también por otra razón: aparentemente las potencias disminuyen los gastos militares ante el electorado, pero en el fondo la contratación y la subcontratación del presupuesto de los gastos de defensa, facilita la corrupción de las cúpulas de los organismos de defensa. Así los fabricantes de armas no ven decaer las ganancias y promueven los estímulos para los agentes estatales.

     El monopolio de la fuerza para intervenciones en el extranjero, no lo están ejerciendo cabalmente los Estados potencia con sus propios ejércitos, sino que se apoyan en compañías privadas de seguridad que se traduce en paramilitarismo internacional,  mercenarios de alta categoría que, se maquillan como fuerzas de apoyo, y en  medio del caos de los conflictos donde intervienen se entrelazan con el tráfico de armas, de personas, con las mafias, con los traficantes de diamantes y los explotadores de minerales. Burlan así la Convención de Ginebra que prohíbe la participación de civiles en acciones militares. Y por separado las compañías de seguridad internacional contratan para otras operaciones que resultan ilícitas. El Derecho Internacional Público no está sancionando a estos ejércitos alquilados que alimentan el desorden mundial… (Ramos, 2009)

     El sociólogo Lautaro Rivara, afirma que la clase política entroncada con la oligarquía haitiana se ha sostenido durante décadas con dictaduras nacionales (militares y civiles), con soportes paramilitares y con intervenciones internacionales. La profundización en lo económico de la política neoliberal degradaría rápidamente la situación económica del país. Y el desfalco multimillonario de los fondos públicos, en un cuarto del PBI nacional, desajustó las finanzas del Estado. El analista Pedro Pierre, asegura que Haití es castigado por el hambre generalizada, la destrucción de la naturaleza y la violencia desde varios flancos. José Amesty, licenciado en teología, nos dice que de los 2 millones de afectados por el huracán Mathew en el año 2016, todavía un millón no ha recibido ayudas. Las transnacionales quieren comprar tierras para controlar los recursos naturales, esto es una especie de agonía para el campesinado y una alteración para los planes de economía verde que están concibiendo los nativos. Haití posee Litio y Titanio, y van a por ello.

Bibliografía.

Mancero Anita Cecilia y Múnera Oscar Eduardo. “Los estados fallidos. Una visión desde la geopolítica” .Revista latinoamericana de estudios de seguridad #22. www.flacsoandes.edu.ec  junio del año 2018.

Paz Juan y Cepeda Miño. “Haití: Miseria y política en el Caribe”. Columna de análisis publicada en la revista virtual Alainet. www.alainet.org  julio 13 del año 2021.

 Ramos Garbiras Alberto. “Mercenarios o paramilitarismo internacional”. Columna publicada en el periódico El País, Cali, agosto de 2009.

(*) Magíster en Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); ha sido profesor de las cátedras: derecho internacional y derecho ambiental, en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali (USC). Profesor de la cátedra: derechos humanos.