Texto de Alberto Ramos Garbiras (*)
Ahora
con más premura y febrilidad todos los políticos que no tienen un espacio
concreto en la derecha o la izquierda del espectro político y que puedan quedar
out ,fuera de lugar o desubicados en las próximas elecciones, ven en el campo
del centro político (el centrismo), la opción para competir; temen que ocurra
algo parecido al 2018 donde la polarización social, o crispación insuflada o
animada por los mismos políticos de la extrema derecha, radicalizó a la
población votante alrededor de dos candidatos : el que dijo Uribe, y el que
Petro creó: el mismo. Los otros candidatos fueron licuados en la primera vuelta
electoral porque construyeron un Centro político tardío con tres vertientes
Sergio Fajardo, Humberto De la Calle y Germán Vargas Lleras).
Hoy si
el centro político quiere ser competitivo debe llegar unido al año 2022 a
través de una consulta interpartidista agotando primero un periodo de
acercamientos para encontrar las afinidades y definir otras formas de selección
previas. La atomización del centro político por las variadas candidaturas
presidenciales, sino se aglutinan, impediría ganar a cualquiera de esos
posibles candidatos (Fajardo, Jorge Enrique Robledo, Rodrigo Lara, Juan Manuel
Galán, Roy Barreras, Alejandro Gaviria, Juan Fernando Cristo, Antonio Sanguino
y otros); solo serviría para perder y allanarle el camino a la derecha que,
llegaría a la segunda vuelta a disputarse la presidencia con quien cope el
espacio de la izquierda.
Si el
centro político se conforma y los apetitos con las aspiraciones individuales se
manejan sin gula, podría pasar a la segunda vuelta electoral el candidato de la
unión del centro político o centrismo, que tendrá más opción de alianzas
multisectoriales en la segunda vuelta que cualquiera de los otros dos. Crear
una fuerza política de centro requiere mucho dialogo, fijación de linderos
ideológicos, un programa político amplio, pero de consenso entre las corrientes
políticas que concurran y aspiren a obtener un gobierno colectivo para
desprender de ese programa la gobernabilidad y las políticas públicas a
desarrollar. Requiere estar dispuesto a declinar la aspiración principal para
ser consciente de la gobernabilidad subsiguiente, en aras de recuperar la Democracia
colombiana deteriorada y fracturada por los manejos indebidos desde los entes
territoriales y los mismos saqueadores del Estado enquistados en todas las
instituciones. El centrismo quiere decir no ubicarse en los extremos, pero esto
no exime el compromiso con las necesidades del país, deben resolverse y no
titubear en el momento de las acciones, simulando ejecutar con ambigüedades.
Los
diferentes líderes que asumen pertenecer al centro político buscaran un
mecanismo de selección para presentarse unidos en las elecciones del año 2022, tal
vez una consulta como procedimiento electoral donde concurren los electores
libremente (pero sin carnetización) y se apoya al ganador. De todos los
procedimientos este puede ser el más efectivo pese a las interferencias. La
encuesta también es atractiva, pero puede ser manipulada, igual que las
convenciones o los colegios electorales.
Las posiciones de izquierda, derecha y centro
tienen matices; estas derivas se comprueban en los momentos de tomar decisiones
de apoyo o rechazo a una política pública, o cuando se vota un proyecto de ley,
etc. Existe la ultraderecha y la derecha moderada; la izquierda radical, la
izquierda progresista, la izquierda socialista, la izquierda comunista; existe
el centro-derecha, el centro-centro, el centro-izquierda, en Colombia hay
quienes se proclaman el centro liberal socialdemócrata, hasta el mismo
presidente de la república que pertenece a un partido de derecha dijo
recientemente que él es de centro-extremo. Todos esos son matices, pero a la
hora de las definiciones trascendentales todos los centros se inclinan hacia la
derecha, menos el centro izquierda. Por observación de esa conducta en otros
países, por estudios comparados sobre comportamientos de partidos de centro eso
ocurre, desencantando los variados centros a la población politizada de la
nación que ven al final una almáciga de resinas con las derechas en los matices
ambivalentes de esos centros rotatorios. Por esta razón para el año 2022 la
opción de cambio en Colombia para los que rechazan los extremos, es un bloque
de partidos y movimientos que se alinderen en programas de centro -izquierda.
El
centro político entonces, depende como se mueva o componga el espectro político
en cada país, en cada etapa histórica de transformación o involución de los
partidos políticos, y de esta forma se puede ubicar y describir quienes se
ubican en medio de los dos extremos. Los partidos políticos se ubican y pueden
identificarse por la ideología que tienen, portan y fortalecen; por las acciones,
defensa de los derechos, posturas que asumen y ejecutorías que puedan mostrar.
No solo por los discursos y lemas que pueden ser acomodaticios.
Para
algunos el centro político son los que no tienen militancia en los extremos; se
hartaron y desencantaron con la inamovilidad de esos partidos; o se han retirado de los partidos porque riñeron con miembros de las
cúpulas; no tienen opción porque no pertenecen a la cúspide o rosca de esos
partidos con mayor posicionamiento; los han reciclado, o porque son una élite
moderada de profesionales de la política que son impolutos o se creen
impolutos, y quieren organizar una fuerza política nueva.
El
deterioro de los partidos políticos en Colombia, ya no solo los del
bipartidismo decimonónico, sino también los más recientes surgidos en estos 30
años postconstitución del 91; ese deterioro de la constelación de partidos
disfrazados de “nuevos” (excepto el Polo Democrático, el Partido Verde y los
cristianos neoconservadores), se ha registrado por la conducta de sus líderes,
por no cumplir con las aspiraciones de la gente convocada a esos proyectos, por
la corrupción extendida, por las famiempresas electorales montadas, por la
falta de solución a los temas que resuelvan los derechos sociales incumplidos,
y porque están dejando ahogar la Democracia con la misma
desinstitucionalización de las tres ramas del poder público.
Además,
se espera que esa confluencia de corrientes políticas sostenga una alianza
duradera mientras se resuelva la crisis. No necesariamente que se fusionen,
aunque eventualmente puede resultar un frente amplio que se desdoble después en
partido político. Pero esa no es la condición de la concurrencia al campo del
centro político, es puntualmente lograr el Gobierno nacional para salir de la
desinstitucionalización que hunde a la Democracia colombiana.
(*) Especialización en derecho constitucional,
Universidad Libre; Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana;
PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España;
ha sido profesor de derecho internacional y ciencia política en la Universidad
Libre. Profesor de la cátedra derechos humanos, en la misma universidad.