Texto de Alberto Ramos Garbiras (*)
Con una revisión retrospectiva de lo que es hoy Colombia,
puedo decir que nos interrumpieron todo. Nos interrumpieron la etapa
precolombina, a las comunidades indígenas abruptamente con la llegada de los
españoles les impusieron el régimen feudal, y no había terminado su implantación,
cuando comenzaron a implantar un modo de producción esclavista superpuesto o
injertado a la fuerza con la traída de africanos capturados brutalmente. Nos
dominaron trescientos diez años y cuando logramos la guerra de independencia, apenas avanzábamos
en medio de la construcción del Estado-Nación, la economía colonial seguía
operando en la vida cotidiana, con sus lastres hasta mil ochocientos cincuenta
y cuatro, más o menos, de ello trató de desprenderse José María Melo, combatido por todos los que
se desembozaron con intereses sobre la concentración de la tierra y el
mantenimiento de privilegios, prohijando el retroceso hacia las prácticas de la
economía colonial.
La implantación del esclavismo durante toda la dominación
colonial fue un retroceso, un anacronismo, al traer a los africanos a la fuerza
y revivir lo que se había superado en Europa con la caída del Imperio Romano. Podemos
ver que hoy siguen las prácticas del feudalismo; digamos, superpuesto al
desarrollo capitalista, y rasgos del esclavismo continúan, no ya con la forma
de dominación romana, ni con la forma brutal de dominación española, aquí
abusiva hasta mil ochocientos cincuenta y uno, sino manteniendo a las personas
en estado de postración; a los peones, a las empleadas del servicio, a todos
los campesinos , hasta la trata de mujeres dentro de la prostitución, un
esclavismo de la criminalidad neoliberal y desechando a la población de
indigentes fruto del desempleo y del desplazamiento acumulado en tantos períodos de guerras o violencias
imbricadas. Entonces, un país que tiene
todos esos lastres y esas pegas de modos de producción superados en otras partes,
por fuera de todas esas aberraciones: amarran la tierra, nunca hicieron la
reforma agraria en serio, pues es un país que no tiene como despegar si no se
hacen reformas estructurales.
El Estado republicano surgido de la guerra de
independencia, dirigido desde el siglo XIX por los criollos descendientes de
españoles, caudillos agrarios, terratenientes y mestizos blanqueados,
convertidos en élites de los partidos políticos y encostrados en ellos,
sostuvieron las relaciones de poder afianzados en terratenientes, grandes
comerciantes, exportadores y el sector bancario. Excepto los primeros gobiernos
liberales del Olimpo Radical 1863- 1878 (antes de la ruptura con Rafael
Núñez (1878/1885), porque fueron desde
Tomás Cipriano De Mosquera, Murillo Toro, Santiago Pérez, Santos Gutiérrez,
Eustorgio Salgar, Aquileo Parra, transformadores y alimentados por el
socialismo utópico europeo, y luego, en medio de la conservatización de algunos
liberales radicales, solo las posiciones progresistas de Rafael Uribe Uribe y
Benjamín Herrera; los demás gobiernos se conservatizaron o fundieron en las
alianzas de La Regeneración
desde 1886 y más adelante del Republicanismo (1905/1930),
como bipartidismo en el poder, o sea se desideologizaron los dos partidos
políticos, tempranamente.
Podría resumirse
en siete puntos el problema de la concentración de la tierra. Más un colofón.1).
La tierra quitada a los indígenas por conquistadores y encomenderos luego fue
acaparada por los criollos después de la guerra de independencia. 2) Ya
establecidos los gobiernos republicanos desde 1821 no se ha dado una reforma
agraria que flexibilice la tenencia de las tierras. 3). En todos los conflictos
del siglo XIX, en el siglo XX y lo que va del XXI, el despojo ha sido la
constante y el robo de los baldíos. 4). Los campesinos siempre son
instrumentalizados llevándolos de diferentes maneras a reclutarlos, conscribirlos
o utilizarlos en la lucha armada por todos los actores armados: ejército
nacional (fuerzas armadas), guerrillas, autodefensas, paramilitares, etc. 5).
El clasismo y el racismo contra los cuatro sectores aherrojados y victimas de
las violencias y guerras (indígenas, negros, campesinos y pobres irredentos),
en todos los sectores existen pobres o son pobres que viven de la subsistencia
en el campo y las ciudades. 7). Las élites gubernamentales y los partidos
políticos, nutridos por gente de la clase media y miembros de la clase alta que
usan a los advenedizos de las clases medias, conforman élites aferradas al
Estado construyendo un Estado de Derecho que se torna inmodificable para
los que pretenden hacer los cambios sociales, en las localidades o desde el
Estado central. Ese Estado de Derecho tejido para la dominación se vuelve una
barrera indesmontable, confusa y llena de ardides jurídicos para no ser
reformado.
Reproducir las guerras o prolongar los
conflictos le sirve a la clase dirigente para mantenerse en el poder y
continuar la disminución de los de abajo arrastrándolos a las batallas o
variadas formas violentas de confrontación, estiran las guerras para ofrecer
seguridad, o sea hacen política ofreciendo que van a terminar la guerra.
Colofón. La guerra/invasión en Ucrania y la guerra/invasión en Gaza, en medio
de la indefinición, nadie atina a decir
cuando terminaran, porque parecen guerras de nunca acabar, esto aumenta el
peligro de desorden mundial porque toda en Europa, los organismos
internacionales y las potencias están en un tira y afloje que puede llevar al
desencadenamiento de la conflagración mundial.
Llegando a lo
macro, a lo general. La tierra bajo linderos geográficos de un País, da la
nacionalidad, y despierta el patriotismo y con pulsiones y pasiones desemboca
en el nacionalismo y en el populismo de derecha. Las guerras entre países se
presentan por variadas causas, la más frecuente, por anexiones de territorios
con intereses geopolíticos. Balzac escribió: donde hay tierras hay guerras.
Las luchas agrarias se dan por reclamaciones de tierras. Durante estos 222 años
de vida republicana las reyertas y guerras civiles del siglo XIX con diferentes
causas, el componente constante era la tierra (los otros factores eran
religiosos, partidistas, económicos o buscando un nuevo modelo de administración,
federal o centralista). Las reformas agrarias a medias o mezquinas no han
cedido con holgura la tierra concentrada por terratenientes. Los baldíos,
tierras de la Nación o de todos, fueron mal repartidos o se los robaron con
fraudes y siguen haciéndolo. Lo mismo sucedió con un cúmulo de fraudes e
imposturas con los ejidos municipales. Muchos piensan que no tener una
propiedad hace sentir miserable al ciudadano.
La reforma
agraria del Acuerdo logrado en La Habana lo truncó el gobierno de Iván Duque,
impidiendo la implementación, y se desataron otras violencias. Los judíos
sionistas (no todos) no dejan prosperar el arreglo con la aplicación de los dos
Estados, solo quieren el Estado judío y limpiar los terrenos masacrando para
impulsar el éxodo total. Desde 1948 los Colonos han despojado de tierras a los
palestinos de Cisjordania. Y a los de Gaza desde el 2007 los redujeron a una
prisión a cielo abierto. Ahora les demolieron a bombazos las viviendas. Allí
está el apego, por la identidad que genera el nacimiento y crecimiento en ese
territorio. Esto explica el nacionalismo y la violencia para defender la tierra
de origen, llevando a la Xenofobia. Desde 1948 las variadas violencias
imbricadas en Colombia se han desenvuelto quitándole tierras a los indefensos. Podría
concretarse la reflexión por la inescindible relación: tierra y vivienda.
Y para los especuladores por el comercio de
finca raíz, y otros usando la política y el poder local, con el volteo de
tierras (volviendo tierras rurales en áreas de perímetro urbano con los
acuerdos municipales, POTs) para nuevas parcelaciones, etc. Un interrogante
sobre el apego a la tierra que, puede tener varias respuestas, temo quedarme
corto. La tierra para todos significa lo más anhelado. El mismo Estado sin
territorio no es Estado (eso le sucede a los Palestinos y a los Kurdos, para
citar 2 casos).
El Acuerdo de La Habana está pendiente, aunque fuese en
el punto número uno, sobre la reforma agraria, sobre el reparto de tierras, ni
siquiera quitándosela a los terratenientes, sino producto de la expropiación al
narcotráfico y de entrega de tierras sin utilidad que ha habido. Ni siquiera
esto lo han dejado hacer sin aspavientos y las pocas tierras que le quedan al Estado,
que son los baldíos, también se apropiaron de ellas en la alta llanura, como lo
explicó el senador Wilson Arias en su libro Cómo re roban la tierra en
Colombia, las agroempresas captando baldíos que son vendidos a menos precio
en notarías por el despojo de campesinos que han sufrido las violencias.
Colombia está en un déficit institucional enorme y la
ampliación de la democracia es necesaria con una Asamblea Constituyente (artículo
376) o mejor con un referéndum presidencial (artículo 378), porque la Democracia
imperfecta que tenemos, o la que nos queda, está siendo golpeada por el manejo
corporativo de las instituciones cooptadas en los últimos 20 años y la captación
de las instituciones en un solo partido político, o una coalición de partidos
de la derecha.
El análisis del novelista Fernando Cruz
Kronfly, titulado “Reflexiones sobre la violencia y la guerra en la especie primate humana”, me condujo a
elaborar unas reflexiones sobre la guerra que incluí en una columna sobre el
genocidio en Gaza; posteriormente elaboré la columna sobre los Paralelismos entre
Colombia e Israel en 75 años de violencias y realizamos un cruce de
mensajes sobre el apego de la gente y los pueblos por la tierra, y su relación
con las guerras. De esta manera presento ante los lectores estas opiniones
condensando algunos mensajes del analista y catedrático Cruz Kronfly, a quien
considero, de altísima formación académica.
“Estoy de
acuerdo, la herida común es la tierra perdida. Siempre me he preguntado una
cosa que no tengo clara: ¿Qué tiene la tierra? Recuerdo un capítulo en un libro
de Heidegger que así se llama: la tierra. El punto es que, a modo de ejemplo,
el pueblo judío peregrinó en busca de la tierra que Dios les prometió. Y me
pregunto: por qué razón un pueblo partió por el desierto en busca de esa tierra
prometida. ¿Qué tiene la tierra de poderoso? Me pregunto. No sé si he logrado
transmitir la profundidad antropológica de esta inquietud. Apreciado Alberto,
pienso que esto de la tierra para los seres humanos es, en principio, por donde
lo estas planteando. Y no tengo mucho que agregar. Solo lo siguiente, muy
breve.1. Los seres humanos heredamos de la territorialidad animal mucho más de
lo que imaginamos. Se trata de algo muy arcaico, que en el mundo humano se
traduce de un modo que oculta y enmascara ese origen animal.2. Este
enmascaramiento se expresa, entre otras cosas, como apego a la tierra del
nacimiento”.
“Pero también como un componente de la
identidad psíquica, pues el origen de lugar de nacimiento se vuelve identidad
Pienso que el enigma del origen es tema de la mitología de todos los pueblos.
Los mitos son relatos del origen y orden del mundo. Y los pueblos no son nada y
no saben bien identitariamente quienes son, si tienen en discusión su origen
terrenal. Son hipótesis nada más. Y es por el tema de la identidad psíquica
terrenal colectiva que los pueblos se hacen matar. Y surgen las naciones que
necesitan tierra, y origen. Esto se puede trasladar al regionalismo,
nacionalismo, en fin. Tiene que ser un
asunto psíquico muy profundo lo que hace que un pueblo se haga matar. Claro, es
patriotismo, que a mi modo de ver es la oscuridad del mito del origen. No por
nada los pueblos ancestrales identifican la tierra con la madre. El origen
absoluto de los seres humanos. Pienso mucho en todo esto con lo de Ucrania y
Gaza. Mis abuelos maternos, que eran sirios, murieron casi de tristeza por el
éxodo que les tocó vivir. Y se aferraron a su lengua árabe y a la culinaria
árabe, y entrar a esas casas eran como entrar a una tierra perdida”. (Cruz Kronfly, 2024).
(*) Especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España. Ha sido profesor de las asignaturas: derecho internacional, ciencia política y derechos humanos, Facultad de Derecho, Universidad Libre (Seccional Cali).