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24 ene 2023

Brasil: reconstruir la Democracia

Texto de Alberto Ramos Garbiras

En Brasil las turbas bolsonaristas insufladas por las mentiras sobre el fraude electoral acudieron a la plaza de los tres poderes planificado todo por quienes organizaron la logística, en un día como el 8 de enero donde no había sesiones de ninguna de las instituciones asaltadas; una táctica que conllevaría a producir la reacción de las Fuerzas Armadas para generar el golpe de Estado e interrumpir la presidencia de Lula Da Silva, que solo llevaba una semana de posesionado. Preconcibieron un tipo de golpe de Estado indirecto, inducido por el mismo gobernante saliente apoyado por exmilitares que dejó en el poder, unos 12.000 funcionarios incrustados en los estados federales, y los militares activos que están dentro de las fuerzas armadas.

Fue una insurrección civil derechizada, no una rebelión popular como las que nacen de un sentimiento contra la injusticia, ni de las que llevan a una revolución. Fue una asonada prefabricada para apuntalar el poder de quien acababa de ejercer el mandato para quedarse otro periodo alegando el robo de las elecciones, o para instalar a alguien afín a los intereses agenciados por los militares, casta a la que Bolsonaro pertenece. Una insurrección maquinada para aparecer rodeado por el pueblo, siendo este instrumentalizado y envolatado con las teorías de la conspiración para sostener la AUTOCRACIA de quien venía gobernando. Esta es la tendencia hoy deformativa de la Democracia. Ir  degradando las instituciones para diluir el equilibrio de poderes y concentrarlo.

Puede uno deducir como en el Perú las derechas del Congreso lograron defenestrar al presidente del pueblo (un maestro de escuela rural, impreparado), induciéndolo al autogolpe y convenciendo a la vicepresidenta Boluarte, arribista y trepadora, que además no tenía los afectos suficientes por el partido político de presidente, “Perú Libre”, ni este era un partido político sólido con base populares, sino un partido improvisado y hechizo que fue formado por políticos trashumantes que, aprovecharon la división de los partidos tradicionales y la atomización de los más recientes. La salida de Pedro Castillo fue una jugada de esas derechas parlamentarias que no habían podido sacarlo en las dos votaciones de vacancia, producidas en las semanas anteriores.

El ataque a la Democracia por parte de las derechas tiene otras variables. Se enquistan y no quieren soltar el poder cuando pierden las elecciones. Acuden a los medios de comunicación comprados o adquiridos por empresarios entroncados con el sistema, acuden a altos funcionarios cooptadas porque fueron instalados en los organismos de control, etc. Ese es el reto de las izquierdas, lograr mantenerse y no cometer errores , porque las derechas no cesan .