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30 nov 2018

Las Farc, como partido político


Cuando el presidente Santos anunció su aspiración a la reelección, con más énfasis sus adversarios se alistaron a oponerse y Oscar Iván Zuluaga ganó en la primera vuelta, mayo de 2014, pero en junio apareció una coalición por la paz en la segunda vuelta electoral. Los sectores de la derecha trataron de torpedear las conversaciones realizadas en  La Habana (Cuba), y luego de firmada la paz en Cartagena y en el teatro Colón, siguieron intentando volver añicos (trizas) el proceso de paz.

Los partidarios de la guerra no querían que avanzaran los diálogos, reduciendo todo a lo electoral y a venganzas encadenadas que no admiten perdón. Mientras tanto la pobreza y las inequidades se han extendido en estas más 5 décadas. Como los factores de exclusión no se regulan crece así la población que potencialmente puede armarse, entonces se prolonga el conflicto interno con el otro actor, el ELN, o la mano de obra que potencialmente pueda rearmarse o adscribirse a otras formas de violencia para el rebusque, como en efecto está sucediendo.

Y como quiera que están creciendo y ampliándose los movimientos sociales que se mueven en las vías legales, estos presionan con protestas por soluciones a sus carencias sectoriales. Por estas razones los espacios democráticos deben ampliarse y los mecanismos de participación ser flexibilizados con el fin de que operen, pero estamos en una democracia bloqueada. Se necesita de una forma nueva y flexible de representatividad a los movimientos sociales que han irrumpido en el panorama nacional que no quieren tener lazos de militancia con los partidos políticos tradicionales, ni con los grupos armados.

 Esas nuevas fuerzas o sujetos políticos conforman el mosaico de la nueva realidad colombiana. Pero sin brindarles esos espacios políticos iniciaron el exterminio y han venido asesinando a los líderes sociales, similar al exterminio de la UP a mediados de los años 80s; hoy se observa la persecución a líderes de la base electoral (Colombia Humana), de la nueva realidad política que resultó de la jornada electoral 2018, donde hubo consultas interpartidistas, elección de un nuevo Congreso, resultando dos bloques electorales enfrentados en la segunda vuelta de junio 2018 (los bloques encabezados por Duque y Petro), y una consulta anticorrupción sin tramitarse en el Congreso, con aspectos vitales de la implementación de lo pactado sin desarrollarse, como la reforma agraria y la reforma política. Iván Márquez, explica que, sin la expedición de la reforma política, “…No se puede hacer el tránsito a la política electoral. Esta visión sin duda puede calar en los excombatientes de las Farc, quienes se encuentran en un proceso complicado de reincorporación”.

 La democracia representativa para los partidos políticos clientelizados y la nominal democracia participativa sin efectividad, pueden encontrar en esta coyuntura de una paz pactada pero atravesada por una resistencia cerrera a la Paz que no la dejan entrar en una etapa de posconflcto visible porque la jornada electoral 2018 se vivió con uno de los bloques atacando la Paz; así, la implementación de los acuerdos quedó a medio camino, entre ellos el acuerdo número 2 de la participación política. Una guerra interna de 52 años con la guerrilla más fuerte fue desactivada en el año 2016 con la firma de la PAZ, se creyó que la apertura a la democratización era inmediata, con un Presidente laureado por el premio Nobel, pero gran parte de lo pactado sigue incierto afectando no solo a los desmovilizados sino a toda la sociedad colombiana que no ve claro el camino para la reconstrucción de la convivencia perdida desde finales de los años 40s,en 1946 cuando empieza la masacre contra los líderes y bases gaitanistas, 18 años antes de que nacieran las FARC.

Las FARC cometieron el error garrafal de hacer la transición a la vida política partidista con la misma sigla utilizada como organización guerrillera, de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común(FARC), esto, pensaron los adalides de la conservación del nombre les permitiría mantener la impronta símbolo de la lucha por una nueva sociedad, pero los adversarios  aprovecharon el error para macartizarlos como terroristas y agentes de la destrucción con una campaña en redes sociales que se tradujo en ataques al candidato Rodrigo Londoño(Timochenko) en las plazas públicas impidiéndole hacer proselitismo electoral. Conservar el nombre se pensó, de otro lado, los limitaría a sus bases de apoyo en el campo y simpatizantes en las ciudades, tampoco fue así porque el resultado electoral para el Congreso fue exiguo, 85.000 votos: La intolerancia y la polarización que se vivía desde el plebiscito de octubre 2016, no ha cesado. En la revista Cuadernos de Paz de la Universidad Libre (Cali), escribí en el año 2014, “Ofrecerle a una guerrilla que haga política con votos, curules y accedan a los cargos públicos es una forma de solucionar la guerra interna. La participación política en la vida democrática se abre para que aparezca otro partido político y concursen en las elecciones quedando a disposición del electorado. Si tienen simpatías lograran ascenso en las zonas de influencia, si el desprestigio es máximo no escalaran a otras curules por fuera de la especial y transitoria. Negarse a la apertura de los espacios políticos es obturar parte de la solución negociada”.

FARC como partido político ha tenido que sortear varias clases de desplantes, tropiezos y obstáculos, el asesinato de exguerrilleros, la desconfiguración de la JEP; el enjuiciamiento a Jesús Santrich promovido por los EEUU, las objeciones torticeras del Fiscal General , las disidencias de miembros de algunos frentes, la desatención a desmovilizados en los campamentos, trabas en la financiación estatal; poco acceso a los medios de comunicación, híspida interlocución con otros parlamentarios por prevenciones sociales, poco reconocimiento ante la sociedad, la atomización de sus correligionarios, las sillas senatoriales sin Iván Márquez y Santrich; Las FARC ya insertos en la “civilidad”, perdieron el mando sobre sus tropas insurrectas después de la dejación de las armas.

 Conformaron las FARC un partido político con quien nadie quiso hacer coalición dentro del calendario electoral vivido durante el año 2018 porque desde los otros partidos se creen de mejor estirpe y los ven como a los que vienen de delinquir. La verdad no la reconocen ni asumen estos partidos políticos tradicionales y “nuevos” (el mismo bipartidismo disfrazado con fachadas (La U, cambio radical…,) que operan en la formalidad democrática: han delinquido desde sus cúpulas nacionales y élites regionales y se han robado durante muchos años el aparato  del Estado con las contrataciones infladas y todas las artimañas que el país conoce (Reficar, el caso Lezo, Odbrecht…). Entonces, en la práctica tenemos un Congreso  conformado desde todos los ángulos por delegados de partidos políticos transgresores del ordenamiento jurídico.

De hacer oposición armada extraparlamentaria las FARC pasaron a la oposición democrática dentro del Congreso en virtud a 10 escaños garantizados dentro del acuerdo de paz, sin ir a elecciones 8 años, 5 en el Senado y 5 en la Cámara de Representantes, este año 2018 no pudieron lograr escaños en las urnas. Del ejercicio en la guerra de guerrillas, con guerra de movimientos y de posiciones, pasaron a redactores de las leyes del Estado de Derecho; y ese espejismo de participar dentro de la Democracia los tiene entrampados en medio de la maraña de leyes vigentes , sentencias que conforman la jurisprudencia y demás intersticios del ordenamiento jurídico; entrampados como lo han comprobado por las cancamusas y artificios de la interpretación normativa que les ha impedido una implementación de los acuerdos, sin sobresaltos. Darío Villamizar, anotó equilibradamente, “Esta no era la hora de la Farc, pero sí era hora para poner fin al conflicto armado que los enfrentó al Estado. El proceso de reincorporación política para el nuevo partido apenas comienza y tienen tiempo para replantear ideas y crear estrategias para el próximo ciclo electoral”.

La cerrera oposición de la ultraderecha contra el proceso de paz tendría que ser contrarrestada por los  partidos políticos moderados, por los que hicieron la Unidad Nacional, por la Red de Universidades pro-paz, y por los columnistas demócratas, difundiendo una pedagogía sobre los beneficios de la paz y la viabilidad de este proceso, antes de que se reincendie el país como en la década de  los años 50s. Pero los partidos que fueron de la Unidad Nacional (2010 / 2018) y apoyaron la Paz, hoy están de indecisos jugando a ser independientes para colincharse al poder y recibir canonjías, muestras del coqueteo es el apoyo en votos al Ministro Carrasquilla para que permanezca en el cargo y en discursos y silencio cómplice al Fiscal Martínez Neira, enredado en la trama Odebrecht /Grupo Aval.

El punto dos de los acuerdos tiene 22 subtemas según lo expresó Humberto De la Calle. Mucha literatura politológica se desprendió de ese documento, y aún hay aspectos sin definir. La aspiración era no solo acceder a curules en el Senado y en la Cámara de Representantes, también ingresar a los Concejos Municipales, Asambleas Departamentales, a los Consejos territoriales de Planeación para incidir en el desarrollo local y el desarrollo regional; esas instancias de decisión son desdeñadas por los mismos directores de planeación y los alcaldes  que, a los miembros de los sectores sociales los miran con displicencia, o como rellenos dentro de estos consejos territoriales.

La aspiración a las curules de circunscripción especial tenía unos límites pues no podrán aspirar a ellas quienes estén incursos en delitos de lesa humanidad. Y tampoco se trata de curules en la Cámara de Representantes entregadas a dedo, no, deben concurrir a las urnas para competir con movimientos sociales de la zona. “Serán a la manera de círculos electorales dentro de los departamentos para que se elijan representantes adicionales” así lo expuso De La Calle en el  2013, pero en dos ocasiones del trámite legislativo de implementación hundieron la representación para los líderes sociales de las regiones donde el teatro de la guerra fue despiadado.

 Dentro de la reforma política se incluyó la necesidad de redactar un estatuto para ejercer la oposición en Colombia, contemplado en el artículo 112 de la Constitución, sin reglamentar durante 27 años. Si bien es cierto que las últimas tres reformas políticas habían tocado aspectos del comportamiento de los partidos políticos, la disciplina de bancadas, el transfuguismo, el umbral, la cifra repartidora, etc., aún estos no se comportan como partidos serios porque a través de coaliciones o arreglos multipartidistas se deslizan para coquetear, pedir y cogobernar, abandonando el control político. Así lo acaban de hacer en la segunda vuelta electoral, buscando los favores de Iván Duque e ingenuamente del Centro Democrático que, busca convertirse en un partido hegemónico, por eso no van a cogobernar con otros partidos políticos, solo reconocerán espacios colaterales.

El punto dos de los acuerdos de La Habana buscaba también propiciar que el aparecimiento del partido político formado al sellarse los acuerdos de la agenda temática, para obtener las garantías de participación y funcionamiento sin obstáculos jurídicos, y prever cómo operará la seguridad de los miembros, esto no ha ocurrido plenamente.

Por: Alberto Ramos Garbiras |  Con especialización en derecho Constitucional, Universidad libre; Magíster en Ciencia Política Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional en la Universidad Libre.