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1 jun 2010

Análisis Electoral

Autor Alberto Ramos G. (*)

La polarización para la segunda vuelta será total, no hay escapatoria. El Presidente Uribe colocó todo el aparato del Estado al servicio de Santos, ante el fracaso de la pretensión reeleccionista por la Sentencia de la Corte Constitucional, y al esfumarse el clon Andrés Felipe Arias, por el escándalo de AIS, entonces, el Uribismo se transmutó en el cuerpo de Juan Manuel Santos a manera de un transformer y allí se enquistaron: Uribe quiere seguir gobernando en cuerpo ajeno. Los 6.758.539 son el techo de esa máquina electoral. Por las irregularidades descubiertas en los últimos años y confirmadas judicialmente, el uribismo ya no tiene voto de opinión. Esos votos son la multiplicación de la burocracia estatal con sus consanguíneos, de los contratistas beneficiados con sus allegados, del asistencialismo a través del programa Familias en Acción, etc.


De esta manera, todos los votos de opinión que aparezcan serán para la coalición que se arme alrededor del Partido Verde. Los votos a favor de santos se repetirán, y los de Mockus, también. Entonces, la coalición multipartidista y con sectores sociales que conforme Mockus, aportará el resto, más el efecto que produzca un programa de Gobierno reajustado con los aportes de estas fuerzas y las propuestas concretas que tenga el Partido Verde, más la acción impactante del voto en contra: todos los que consideran que en estos 8 años su calidad de vida no ha mejorado y conviven en ciudades más inseguras. Esa coalición puede obtener la votación que le haga falta conquistándola dentro del 50% de abstencionistas porque estos no votaran por Santos, éste aumentará solo en virtud a la alianza con grupos uribistas que estaban compitiendo en la primera vuelta(conservadores y el sector mimetizado de Cambio Radical), y con liberales tránsfugas. Si Mockus no arma la coalición para construir poliarquía con todos esos sectores, el voto de opinión que tiene no crecerá más.


Inclusive con la votación ya registrada el Partido Verde debe reforzar el discurso de la legalidad democrática con otros elementos que los reafirmen en la necesidad del cambio, temáticas como la de salud, vivienda, reforma agraria, desempleo, mejoras salariales y la intrincada situación ambiental, necesitan mensajes directos y alentadores, porque es un electorado que se puede diluir. Algunos se perdieron por la falta de contundencia y la confusión dimanada de los debates.


Podría calcularse que solo un millón y medio de primivotantes participaron, de los casi cuatro millones que podían hacerlo. No se comprometieron lo suficiente, o se arrepintieron, no se logró alimentar en ellos la ilusión del cambio con más elementos contenidos en un discurso político sobre el estado actual de las cosas; se desanimaron o esperan hacerlo el 20 de junio. El otro millón setecientos mil obtenido puede provenir de los ciudadanos que hacen parte del voto de opinión fluctuante y volátil, que vota cada cuatro años de acuerdo a los programas o a los factores que se mueven en la coyuntura política.


(*) Politólogo egresado de la Universidad Javeriana.